Brad, Gael, Julianne y mis demás amigos -no tan lejanos-

Basándome en la muy acomodaticia teoría de los seis grados de separación, esa que asegura que el mundo es del tamaño de una alcaparra –no de las hidropónicas sino de las chiquitas- puedo asegurar, y probar científicamente, que mi grupo de amistades, conforme va pasando el tiempo, se convierte en una constelación de estrellas. Y no es que mis amigos, hermanos del alma, compinches, aliados, camaradas, costillas y/o curruñas han pasado a ser rockstars mundialmente famosos, sino que, poquísimos grados de separación de por medio, cada vez estoy más conectado a un microclima de estrellas y celebridades.

Tampoco se refiere a una ecuación marketinera por mis labores en E! Entertainment Television, canal de televisión que te acerca a las estrellas. Mucho menos a que me creí el artilugio de las redes sociales y su reconceptualización de la amistad –un “me gusta” definitivamente no significa “soy tu amigo”- Lo mío es ciencia, ciencia de la pura y dura.

El húngaro Frigyes Karinthy –no se por qué siempre los de Europa del Este tienen credibilidad en este tipo de cosas- lanzó un concepto matemático que dice que toda la población humana está interconectada por un pequeño número de enlaces. Teoría que luego el sociólogo Duncan Watts precisó asegurando que es un hecho lo que decía Karinthy, que el mundo es un pañuelo y que los casi siete billones de personas que habitamos este maltratado planeta nos podemos conectar todos con un máximo de seis personas de por medio. Es decir, entre la persona más remota del mundo y yo hay unas cinco personas más. Cosa que no me sucede con mis nuevos amigos, las estrellas.

Manuel Mendoza, escritor, productor, director y uno de mis mejores amigos (con cero grados de separación) y con quien trabajo actualmente en dos proyectos de ficción, está por estrenar en Miami los Monólogos de la Vagina. En el montaje cuenta con la actuación de la mexicana Adriana Barraza, nominada al Oscar como mejor actriz de reparto por Babel (2006), película dirigida por Alejandro González Iñárritu, y en la que comparte cartel con Brad Pitt, Cate Blanchett y Gael García Bernal, con los que por consiguiente, si con Barraza tengo un grado de separación, tengo dos.

Gracias a este nexo tengo tres grados de separación con Angelina Jolie, Jennifer Aniston, Gwyneth Paltrow, Natalie Portman, Julia Roberts, Leonardo Di Caprio, Gwen Stefani, Javier Bardem, Edward Norton, Johnny Depp, George Clooney, Al Pacino, Steven Soderbergh, Diane Kruger, Dolores Fonzi, Mike Myers, Mark Ruffalo, Diego Luna, Kate Hudson, Sean Penn, Naomi Watts, entre muchos otros.

En mayo del año pasado, durante una visita fugaz a Caracas, estuve en una sesión de fotos de una reconocida marca de ventas por catálogo. La modelo era la ex Miss Universo (2008) Dayana Mendoza (cero grados de separación), a quien conocí y conversé con ella durante la previa al photoshooting. Por consiguiente tengo un grados de separación con Donald Trump, presidente de la organización Miss Universo, y con Lady Gaga, quien cantó su hit Just Dance durante el desfile en traje de baño.

Gracias a este nexo tengo dos grados de separación con el fallecido Alexander McQueen, Beyonce, Steven Klein, Cindy Lauper, la Reina Isabel, Marc Jacobs, Anna Wintour, Ellen DeGeneres, Elton John, y un largo etcétera.

Ni hablar de la reciente entrega de los Globos de Oro en la cual Edgar Ramírez (cero grados de separación) quien me entrevistó en el lejano año 2000 para ocupar una vacante en Dalealvoto.com, site de Internet que él dirigía y que estaba dedicado a concienciar a la juventud acerca de lo importante que era votar; se hizo íntimo amigo de Julianne Moore, mi amiga con un grado de separación.

Los que me conocen, súmenle un grado más y siéntanse parte de esto.

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