Cosmointensa, i miss you

Cosmointensa, i miss you <3

Extraño a la cosmointensa. Si, definitivamente la extraño. En Buenos Aires no he dado con ella, cosa que me confirma que es celularmente caraqueña y que cuando se exilan voluntariamente, mutan en otro personaje definitivamente menos atractivo.

Extraño estar en una fiesta y topármela pasadas la una de la mañana. Ella, irreversiblemente coqueta, se me acercaba con sus tacones de vértigo, su cartera de sobre, su trago de diseño, su cigarro por la mitad y su corte de pelo de autor. Con esa versatilidad –y personalidad- que le hacía dibujarse un lunar, hablaba y su voz se le escuchaba aunque Le Tigre estuviera rompiendo la barrera del sonido. Idóneas para la hora, esas conversaciones-píldoras siempre me hacían la noche. Las calorías que quema un beso bien dado, las ventajas de ayunar los jueves, la dieta de papilla de Karl Lagerfeld, las múltiples personalidades de Michelle Obama y la influencia del estilo-Brenda-Walsh en las treintañeras de hoy, eran asunto de su dominio, y por consiguiente, del mio.

Repleta de códigos de status quo, a los que trasciende de la boca para afuera por su casi burlesco discurso con el que osa decir que se mueve diligentemente por todas las capas de la sociedad, siempre conseguía puesto privilegiado en la fila para entrar al baño.

Amante de Thomas Mars –hasta que “Liztomania” se convirtió en una vulgaridad- y pretendiente de que todos los mortales llamen “Denim” al “jean”, se sabe por lo menos tres canciones de Christian Castro y no lo niega -porque también le gusta Miranda!-. Y cuando está pasada de tragos –o de alguna sustancia psicotrópica- se jura adoradora de la salsa y la baila, eso sí, la vieja… La nueva no la entiende.

A veces fotógrafa, a veces diseñadora gráfica, a veces diseñadora de modas, pero casi siempre comunicadora social licenciada en el mundo audiovisual. Su recorrido por las oficinas del grupo HBO –o cualquier empresa afín- la modeló como una entendida de la cultura pop. Domina con soltura los temas de la nobleza española, aunque no se siente tan orgullosa de ello. Lectora empedernida de Cosmopolitan, y nueva lectora –amante- de la filosofía de Murakami, la que alguna vez vinculó la modernidad con prendas de vestir de tela peluche, pero se reivindicó a tiempo al leer su primera Nylon, es protagonista de su propia telenovela. Con un novio que ama y odia, y con el que tiene una relación adolescente a pesar de sus festivos 28 años, sortea los obstáculos de un círculo –la mayoría de las veces cuadrado- que le pide a gritos que se case y al mismo tiempo que viva la vida loca. Por lo irregular de su relación sentimental aprendió a bailar sola, señal inequívoca de que aunque para los demás ya la fiesta está por terminar, para ella recién comienza.

Ella, la cosmointensa, la que se despedía con doble beso, la que no tiene nombre, pero si muchas señas. El lugar común de mis fiestas. Es ella, o ellas, a la que extraño en una noche de juerga.

FOTO: (Bomba del tiempo. Buenos Aires, diciembre 2008) Parece cosmointensa, pero creo que es más intensa que cosmo.

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