Dos caras de Yves Saint Laurent llegan al cine

Dos caras de Yves Saint Laurent llegan al cine

yves saint laurentComo si se tratara del corte de pelo pixie en 2013 o los pantalones campana en los tempranos setentas, este año, el género biopics de importantes personajes vinculados a la moda salieron al ruedo compitiendo por nuestra atención.

La vapuleada cinta sobre Lady Di necesitó respiración artificial para llegar a su segunda semana de exhibición en las salas, mientras que la de Grace de Mónaco presenta el mismo y pesimista cuadro médico. Tanto la crítica como el público en general han insistido en ser más exigente con este tipo de guiones que dramatiza la biografía de alguien, por lo que se infiere que el terreno para Yves Saint Laurent y Saint Laurent, los dos filmes sobre la vida del insigne modisto francés nacido en Argelia, es bastante árido.

A seis años de su muerte, dos largometrajes buscan honrar la vida del hombre que “liberó la moda femenina”. Uno, Yves Saint Laurent, dirigido por Jalil Lespert y protagonizado por Pierre Niney, contó con el beneplácito de Pierre Bergé, pareja de toda la vida de Yves y presidente de la firma, lo que se tradujo en acceso directo a todos los archivos del diseñador y a datos, sobre todo estéticos, que pueden reflejar una fidelidad casi calcada de cómo realmente sucedieron los días del genio creador.

El segundo, Saint Laurent, dirigido por Bertrand Bonello y protagonizado por Gaspard Ulliel, no contó con la aprobación de Bergé sino con todo lo contrario: rabietas y amenazas de demandas por supuesta difamación y minuciosa evaluación de todas y cada una de las piezas del vestuario que, de llegar a ser familiares a las diseñadas por el francés, desataría una explosivo juicio por plagio y falsificación.

Lo cierto es que ya las dos pasaron por el ojo de la crítica y todos han hecho los mismos apuntes. Yves Saint Laurent es un pirotécnico retrato que ensalza, hasta empalagar, la vida del couturier llevándola hasta los insólitos límites que trastocó El Gran Gatsby de Leo DiCaprio, y suprimiendo todo los detalles oscuros y pocos conocidos de su vida. Se limita a contar las etapas aplaudidas y más emblemáticas –las que se consiguen en Wikipedia- como su ascenso a lo más alto de los círculos parisinos, su amorosa relación con Bergé, su aplaudida y recordada colección homenaje a Mondrian y su desnudo para la campaña de lanzamiento de su perfume Opium.

El retrato que hace Bonello en Saint Laurent es menos efectista, más punketo y, según varios críticos, mucho más legítimo. Además de contar la gran historia del modisto, también recorre sus truculentos momentos como su adicción a las drogas y el alcohol, su casi esquizofrénica relación con su amante Jacques de Bascher, quien también fuera pareja intermitente de Karl Lagerfeld antes de padecer sida, y se acerca con atrevimiento al fuerte carácter con el que capitaneó su relación con Bergé.

Una, un traje a la medida repleto de eufemismos que buscan homenajear por todo lo alto a un genio de la moda y que de seguro será defendida y promocionada por aquellos que celosamente defienden su legado. La otra, un crudo retrato que finaliza con la imagen de Saint Laurent como un viejo homosexual amante de los camafeos y los pantalones safari. Una, la historia de un semidios y la otra, la de un mortal que explotó al máximo su creatividad. La nota de prensa versus el diario íntimo.

La taquilla hablará y, más allá de elegir una por sobre la otra, evidenciará si las biopics de este tipo de personajes pueden llegar a ser altamente atractivas o si correrá con la misma trágica suerte que la Diana de Naomi Watts, la Grace de Nicole Kidman, y hasta la Coco Chanel Audrey Tatou.

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