Homo Zapping

Puede pasar con confianza, va a verme limpiecita como un sol, soy yo, me aseo con el limpiador de posetas Mas, que desmancha más, que desinfecta más, que limpia más y no daña, límpienos con…

Una de las cosas de las cuales jamás me arrepentiré en mi vida es toda la energía que invertí corriendo del pasillo de los cuartos de mi casa hasta la cama de mis padres, en apresurada competencia con mis hermanos para apoderarme del control remoto de la televisión. Porque como eterno consumidor de las historias, imágenes y mercancía que digiero al estar expuesto frente a la verdadera caja de pandora, sé con magna cum laude potestad, que no es lo mismo ver TV cuando los demás disponen qué es lo que se va a ver, que cuando uno domina por completo la situación.

Mis padres relinchaban cada vez que eran televidentes bajo mi fustigante control. Mis hermanos sencillamente buscaban otra actividad de ocio y me dejaban solo cambiando de arriba a bajo todas las opciones que da la televisión por suscripción, en otras palabras, ejerciendo mi legítimo derecho al zapping. Y algunos amigos no entienden cómo podía ver tanta televisión y estar al tanto de todos, o casi todos los programas, aunque éstos se transmitan simultáneamente. Y es que cuando el control remoto llega a mi diestra, ya no hay otras versiones de la realidad. Mi concentración está totalmente avocada a entender los mensajes que los rayos catódicos plasman en mi iris. Rápidamente paso de ser un ser local para convertirme en un ser global. Y la relación entre la pantalla negra Toshiba de 21 pulgadas y yo se vuelve más cercana e íntima, momento donde me explayo sobre mi cama, veo televisión y fisgoneo, sin ningún pudor alguno, mis partes íntimas, y de vez en cuando, las fosas de mi nariz.

¡Hola Bree! ¿Por casualidad te quedó un poco de aquel veneno del que me comentaste la otra vez? Es que quiero ponerle un poco a la tarta que llevaré esta noche al póker.

Mucha gente puede afirmar, y así lo hace, que la televisión es dañina, que mata el alma, que destruye la mente, y algunos hasta proclaman que si la miras muy de cerca células cancerígenas harán metástasis en todo tu cuerpo y morirás irremediablemente. Pero, aunque no he hecho absolutamente nada para investigar y demostrar lo contrario, puedo decir que he visto muchísima televisión, que soy un mediatizado confeso –tanto que de pequeño me lanzaba a la piscina gritando: ¡vacación Nestea!- y el saldo, a mi parecer, ha sido más positivo que negativo. Por ejemplo, gracias al Doctor Derek Shepard y al equipo de médicos de punta que trabaja-actúa en Grey´s Anatomy sé lo que es una resonancia magnética, me sé de memoria los síntomas de un infarto, puedo leer perfectamente los resultados de un hematología, y hasta sé como seducir a un grupo de residentes. Todas estas herramientas me sirven para que en la cotidianidad me automedique con total normalidad e inaudita despreocupación.

… Nunca dejes de tomar Parmalat, para crecer, para ser más fuerte, mira mi bigote que es de pura pura leche…

Además puedo afirmar que la televisión también tiene poderes místicos ¿O es que acaso alguien me va a debatir que uno de los precursores de la nueva religión de la cultura occidental no es la televisión? Y no hablo de la secta conocida como “Pare de sufrir”, sino de ese culto muy mediático que es el consumo, la egolatría, la belleza, la moda, el exhibicionismo, la pose y la larga lista de valores perceptibles, tocables y tangibles que de series como Gossip Girls brotan como granos en mejilla adolescente. Y si esto está en abundancia, al parecer más rápido llegarás al cielo.

El televisor es el mejor amigo de muchos. Lastimosamente todavía el Internet no ha penetrado cabalmente en todos los grupos etáreos de nuestra inconstante sociedad. La mayoría de los ancianatos tienen decenas de televisores encendidos a todo volumen y a todo color. Ya las canciones de cuna son anacrónicas, los niños solo se duermen al compás de jingles promocionales o con gritos de alguna desadaptada villana de telenovela estelar. Y cuando la casa se queda sola no hay mejor vigilante que dejar una TV prendida y con un considerable volumen para despistar a los rateros (esto último en una sociedad distinta a Venezuela donde la criminalidad no sea un modelo de alta gerencia)

Puede faltar hasta la cama en una casa de hoy, pero sería impensable que faltara un televisor. Todas las ventajas que brinda esa caja sonora y visual -cada vez más plana y con más funciones- dejaron de serlo para convertirse en necesidades básicas. Pero no puedo dejar de defender la teoría inicial: todo ese paquete de felicidad extrema, compañía y devoción no se disfrutaría al máximo si no se tiene el poder del control remoto.

El Ministerio de Comunicación e Información pasa a transmitir en cadena nacional de radio y televisión…

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There are 5 comments for this article
  1. Anonymous at 5:23 pm

    Aunque no esté siempre en total acuerdo con lo que escribes, siempre (y enfatizo SIEMPRE) logras tenerme absolutamente fascinada. Es un encanto de blog y un placer incréible leerte. No nos hagas esperar tanto para la próxima publicación. Eres en definitiva más dulce que mortal.

  2. GLEE at 8:33 pm

    Todos tus referentes son muy televisivos. Aunque no tengo el placer de conocerte en persona, siempre supe que veias mucha tele.
    Buenisimo articulo

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