Little White Lies, cuando una película se convierte en revista

Little White Lies, cuando una película se convierte en revista

Little white liesRevistas de cine abundan, pero solo hay una que es capaz de diseccionar una película y analizar profundamente cada una de sus partes a tal punto de llenar 120 páginas de información visual y escrita sin desperdicio. Y no. No se trata de un tomo en el que primero se habla del vestuario, luego de la música y después de cosas tan de laboratorio como la edición de sonido o la colorización de cada fotograma. No. Se trata de erigir catedrales a la cultura pop eligiendo a uno de sus hijos predilectos: las películas.

Y esa es Little White Lies

Un buen día, los que ahora son editores de Little White Lies, entre ellos el creativamente incombustible artista Paul Willoughby, se cansaron de leer recomendaciones cinematográficas basadas en notas de prensa y escritas por adoradores del material P.O.P que regalan los grandes estudios, y se propusieron crear un magazine en el que la dignidad de la crítica pasara más por los aportes que hace una película que por los aportes que la crítica puede hacerle a una película.

Bimestral, con un atractivo, experimental y diferenciador diseño que apuesta a la ilustración, el uso de diferentes tipos de papel –mayormente bond-, y unas portadas dignas de exposición –siempre estelarizadas por el protagonista de la película en cuestión- Little White Lies es una de esas revistas que hasta los más eco friendly defenderían su impresión.

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