Prohibido romper el hielo

Ahí estaba observándome como mira un famélico leopardo a un indefenso y jugoso antílope en cualquier documental de Discovery Chanel. Después de algunas miraditas y sonrisitas inocentes me clava la daga que me deja petrificado en la que después de 8 horas de vuelo se convertiría en una incómoda butaca: ¡¿Sabías que al parecer el triángulo de las Bermudas no es un triángulo sino un trapecio?! Yo tragué grueso e hice con la cabeza un movimiento que delataba mi incomodidad y sin pronunciar palabra alguna entendí in situ lo que pocos años atrás un asertivo profesor de sociología me enseñó bajo el nombre de “ruptura de expectativas”.

Para mí todavía resulta bastante sorprendente que en un ascensor, un autobús, un vagón del metro, un avión o cualquier otra forma de transporte que implique la ocupación de un mismo espacio por una cantidad de desconocidos, alguien quiera entablar comunicación.

Aunque conozco a muchas personas que entran a un ascensor y dan los buenos días con total frescura y normalidad, aunque sé de la existencia de gente que en las colas de las cajas de los supermercados comentan con el de adelante las bondades de comer zanahoria cruda, y aunque he convivido con seres que mientras ejercitan sus pantorrillas en una escaladora te sorprenden con: ¡desde que me hice la limpieza de oídos mantengo mejor el equilibrio! Todavía no estoy muy presto a entablar conversación con desconocidos solamente por “romper el hielo”. Creo que es una cuestión de necesidad y a mi no me hace falta.

Y por más cómico que suene en retrospectiva, esto me traumatiza cada vez que me monto en un transporte colectivo y los dos lados de mi cerebro claman con devoción el mutismo de mis vecinos de trayecto.

Es que cuando estoy sentado en el metro leyendo los titulares de un vespertino, o cuando estoy en un avión concentrado en que el somnífero haga efecto, siempre hay alguien que irrumpe con preguntas y comentarios fuera de lugar. Personas que para nada entienden de semiótica corporal y no se dan cuenta de la indisposición absoluta que tengo de entablar comunicación, por lo menos con ellos. Hombres y mujeres que desean abandonar su estado de aburrimiento a mi costa, y esto a mi parecer es una falta de respeto, una injusticia, una falta de consideración que raya, a toda luz, en violación de derechos humanos. No exagero.

Me pregunto si existen mensajes más convencionalmente directos que digan al mundo: “No moleste, pasajero no disponible” que tener puestos los audífonos, una revista o un libro abierto, o mejor aún, los ojos cerrados y hasta un poco de baba afuera. Definitivamente apoyo la redacción y posterior publicación de un decálogo del pasajero provisional en la cual se enumeren las distintas normativas que cualquier mortal debería obedecer independientemente de lo longitud de su travesía. No serviría, claro está, para un ascensor, pero en un vuelo trasatlántico resultaría primordial, esencial y básico para que los trotamundos no experimenten vivencias semejantes a las de Odiseo.

Pero por sobre todas las cosas, si ya eres víctima de la charlatanería peregrina, debes saber manejar la situación con toda la mano izquierda del caso. Yo puse cara de no saber qué era un triángulo, mucho menos un trapecio, y mis cejas se arquearon para hacerle entender que su cara me provocaba desinterés y somnolencia. Luego me arrepentí. Una hora después repartió chicles, de mis favoritos, por todo el avión y a mi ni me ofreció.

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There are 12 comments for this article
  1. Claudia Hernandez at 3:01 pm

    Yo me sigo preguntando si es que hay charlatanes por naturaleza, o es que algunos tenemos cara de "háblame, por favor". La gente me habla siempre, en el banco, en el avión y sólo por contestarles hoy tengo amigos de esos inesperados pero que agradezco. Si me hubiera agarrado del Ipod o del libro, hoy tal vez tendría una decena de amigos menos y ese, no sé si es un lujo que me quisiera dar…

  2. Blank.Nieves* at 3:20 am

    Dios.. si.. por qué tienen que hablar?
    Acaso un ascensor es un lugar para hacer "amigos"..
    Nunca me importará lo que tengan que decir, Simple.

  3. Juan Pablo Fernández-Feo at 3:29 pm

    Claudia, resulta que tengo cara de "háblame por favor", "escucharé todas las cosas que tienes que decirme" "soy todo oídos"…
    He aprendido a disfrutar del silencio. Me gusta… Creo que después de varias canciones es mi sonido favorito.

  4. Sofía at 3:45 pm

    Y yo que estaba preocupada por no compartir esa afición con el resto de los mortales por andar por la vida divulgando mis aventuras sexuales o la última receta de mi mamá ! Ya decía yo que no podían considerarme irrespetuosa por el simple hecho de querer sumergirme en las páginas del periódico o en la melodía de turno (que tampoco voy cantando ni tarareando en voz alta, como si creyera yo que todo el mundo disfruta de la ausencia de mis habilidades como cantante)…
    En fin… me siento un poco mejor. Tampoco le tengo fobia a los buenos días pero de ahí a conversar con un taxista sobre mi estilo de vestir … hay un largo trecho.

    "violación de los derechos humanos" esto sí que es gracioso.

  5. Christian J. Bendek at 4:09 pm

    Es tu culpa: eres atractivo, los lentes siempre te hacen lucir misterioso/intelectual y tienes esa imagen de Falso Mesias… la gente quiere oir siempre tu opinion. Es tu culpa. Ese letrerito que crees tener en la frente que dice: FUCK OFF! no sirve de nada.

    Sino quieres aceptar la culpa, echasela a tu mama, que te ha hecho encantador.

  6. Jernest** at 12:50 am

    Esooo te levantaste un anónimo jejejeje

    Comparto tu sentir, no sabes cuanto.. de verdad que hay gente que pareciera sentir un placer malsano al hablarle a cualquiera en la calle! Y nunca entenderé por que lo hacen en serio…

    Como va todo? Espero estes bien

    BTW, recomendaré este post en mi blog, porque me ha encantado :)

  7. Ani Cuevas at 6:36 pm

    estoy totalmente de acuerdo con el tema de los aviones. el espacio entre un asiento y otro es tan pequeño que, cualquier comentario, resulta absolutamente invasivo!!!

  8. Anonymous at 10:46 pm

    me encanto este articulo… y de verdad tienes toda la razón, algunas personas creen que estamos dispuestos a escuchar sus historias y peor aún contarles las nuestras; en realidad si es una invasión al espacio..!

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