Tecnología al servicio del control social

Nunca he sido seguidor de los efectos especiales. Pocas explosiones, choques y voladuras me han convencido, y ninguna conmovido. Ver al teniente Dan (Gary Sinise) nadando sin piernas en Forrest Gump (1995) es una de mis favoritas, pero sin duda el beso entre Molly (Demi Moore) y Oda Mae (Whoopi Goldberg) en Ghost (1990) es mi efecto especial preferido: Molly todavía sufre los bemoles de ser una viuda en Nueva York y Oda Mae, una fraudulenta bruja que termina siendo medium –materia, para los más ilustres en el tema- se encuentran y se besuquean con los sentimientos a flor de piel ¿El efecto? Sam (Patrick Swayze), esposo asesinado de Molly que todavía no se ha ido al más allá, se mete en el cuerpo de Oda Mae. Sin duda una metáfora que me hizo entender aquello de “la magia del cine”. Pasó de ser la gran escena lésbica al fotograma más romántico y bandera puritana de la América del primer Bush. Tecnología al servicio del control social.

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