Urbe Bikini y la patada de Fito Páez

Urbe Bikini y la patada de Fito Páez

Urbe Bikini, nombre de pila de la actual UB, cumplió 9 años en noviembre pasado, y para ello su editor en jefe actual, Eric Colón, me pidió que escribiera en menos de dos mil caracteres alguna anécdota o algo significativo para conmemorar tan importante ocasión. Y así lo hice. Luego de buscar algo que tratara de ser distinto a lo que comentarían mis vecinos en esos dos mil caracteres, suprimí todo lo maravilloso que me ocurrió durante mi estadía como editor de esa revista, entonces comencé a rememorar cosas que pudieron haberme sucedido nada más a mi, no porque me crea algo especial, sino por la naturaleza de las anécdotas.

“Se dice el pecado, más no la pecadora…

Estuve cuatro años en UB desempeñando diferentes cargos: Desde cargar pacas de heno para la sesión de portada de Mirela Mendoza, hasta aprobar presupuestos para una fiesta aniversario. Tiempo suficiente para dar fe de que hacer esta revista es exponerse a situaciones tan inverosímiles que, para poder relatarlas aquí, me reservaré el nombre de las protagonistas. Cuestión de ética.

Es imposible olvidarme de aquella actriz que, mientras se preparaba para posar, me contaba lo emocionada que estaba de que su edición se vendería en 189 países. La misma me había contado días atrás que había experimentado un orgasmo mental cuando conoció a Daddy Yankee, momento en que puse a prueba mi control absoluto sobre los ataques de risa semiespontáneos.

Tampoco puedo olvidar aquella famosa chica de calendario cervecero a la que no le caía nada bien y me trataba bastante mal, tanto que al momento de llegar con ella a la fiesta, luego de posar juntos, me dijo al oído “por fin, es hora de que me sueltes”. Ella misma me había contestado, en broma, que quería ser recordada como “la más grande de las put**”, creo que lo logró.

No todos es diversión. Hay estrés, mucho, y momentos que hoy recuerdo con gracia, pero que los sentí como una patada en la entrepierna… Como por ejemplo cuando entrevisté a una muy querida actriz en su carro. Ella manejaba por la Cota Mil de Caracas mientras yo, de copiloto, le hacía las preguntas. “¿Cuál es la fantasía sexual que no has podido cumplir?” fue mi inocente cuestionamiento, a lo que ella contestó “No pienso responderle eso a un niño como tu”, acompañado de un frenazo que casi me hace tragar el airbag de su camioneta último modelo. Pero sin duda el momento que más recuerdo fue cuando me tocó ir a buscar al aeropuerto a una famosísima actriz internacional. Venía de Estados Unidos a promocionar su edición, que hasta el momento no había visto. Ya en la limosina le mostré su revista, y luego de un incómodo silencio me la lanzó diciéndome, como villana de telenovela: “¿Dónde están mis abdominales? ¡Me borraste mis abdominales!””.

Ese fue el texto que envié, y algo un poco más resumido fue lo que publicaron. El hecho es que esas son algunas de las experiencias, con modelos, que más recuerdo de mi paso como editor de Urbe Bikini, pero no la que más me sacudió.

Corría el mes de septiembre de 2006 cuando me contacta la jefa de prensa de una conocida disquera para ofrecerme una entrevista telefónica con el señor Fito Páez con motivo del lanzamiento de su álbum El mundo cabe en una canción, cosa en lo que la señorita hizo suficiente incapié, ya que me envió el disco y una carpeta que contenía varias hojas con las líricas de cada una de las canciones contenidas en el disco. Tres veces, antes de la entrevista (Publicada en diciembre de ese año) me llamó para monitorear mi aproximación al nuevo disco de Fito que, con el empeño que ella expresaba, debía estudiar como al Álgebra de Baldor en bachillerato.

Hasta ahora no había ningún problema, lo único malo era que a nosotros poco nos importaba el nuevo disco de Páez. Nos importaba él como figura, como rockstar, como intelectual gafapasta con una visión arrogante y utópica del mundo. Esa era la butaca en la que se sentaban los invitados a la Entrevista UB, quienes, entre tetas y culos, siempre ocuparon las dos últimas páginas de la revista.

Comienza a repicar el teléfono y enciendo el grabador. Del otro lado del auricular me habla una mujer ronca de cigarrillo que me advierte que por cuestiones de agenda Fito solo me podía atender 15 minutos. Acepto sin remedio. Miro mi lista de preguntas ubicando de una vez las que desecharía, y comienzo. Las cuatro primeras que le hice fueron del disco, pero luego viré a los cuestionamiento que, para mi joven ingenuidad, asegurarían un perfecto retrato del cantautor rosarino.

“Si te pidieran que le expliques a un niño de 8 años qué es el sexo ¿Cómo lo harías?”, “¿Qué parte de la anatomía femenina y masculina te atrae más?”, “¿A quién le pegarías una patada?” y otras tantas estupideces que incomodaron tanto a Páez que, luego de finalizar la llamada, olvidó trancar el speaker y dejó escuchar el reclamo que le hacía a su jefa de prensa, señalándome de “pelotudo” y “pendejo ignorante”, además de realmente contestar una de mis últimas preguntas… “A vos, a vos seguro te daría una patada. A vos pelotudo”.

¡Feliz cumpleaños UB!

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